Hoy os voy a hablar sobre un acontecimiento que ha cambiado mi
vida para siempre. Para algunos ha sido para bien, pero a mí no me ha
entusiasmado mucho. El caso es que, para bien o para mal, me he mudado de isla.
De Palma de Mallorca a Santa Cruz de Tenerife. A pesar de que ambas están
rodeadas de agua, nada es igual. Excepto que están rodeadas de agua.
Uno de
los eventos que considero que debería mencionar es el tema de la mudanza. ¿Por
qué? Para empezar, los señores de la mudanza nos dijeron que habíamos alquilado
un contenedor de transporte demasiado pequeño para llevarlo todo y tuvimos que
montar de nuevo un pequeño sofá y una cama. Luego, lo embalaron todo en un día
y nos tuvimos que apañar fuera de casa, ya que no teníamos nevera, hasta la
noche, durante la cual nos trasladamos a una pequeña pero acogedora residencia
militar durante el tiempo que esperamos a que saliera el barco a Tenerife.
Salimos a Valencia el 3 de julio de 2016 en
barco durante una noche. En esta mini
travesía a la península de menos de 24 horas dimos una “pequeña vueltecita”
(por no decir que nos pateamos el barco de arriba a abajo…) para conocer el
barco, que constaba desde café-bar hasta varias cubiertas de relajación, en una
de las cuales me gasté excesivo tiempo en desvalijar a mis padres a la escoba,
al cinquillo y demás juegos de cartas.
Cuando
llegamos a Valencia, ipso facto al llegar, cogimos el coche, que viajaba con
nosotros, e hicimos jornada continua dentro de un coche con una temperatura
para cocinar huevos fritos sin horno en la calle, ya que gracias al aire
acondicionado sobrevivimos un poco por los pelos. La distancia era de 808 km, en
las que mi padre hacía de piloto (o sea, conducía el coche hacia la costa), yo
hacía de copiloto (o sea, ayudaba al piloto para mantenerse despierto, tomar
las salidas adecuadas y advertir los coches que nos adelantaban.), y mi madre nos
acompañaba, ya que no pensábamos abandonarla en Mallorca (o tal vez sí…). Hicimos
varias paradas para descansar, aunque cabe decir que también nos dormimos los 3
en el coche (ya conduciría el piloto automático). Llegamos a Jerez de la
Frontera a las 5 de la tarde. Ni a Cádiz llegamos aquel día. Aunque al día
siguiente fuimos a ver un espectáculo titulado: “Cómo bailan los caballos
andaluces”, que trataba de… ¡Sí, lo habéis adivinado! De caballos andaluces
bailando a su manera, o sea, con saltos, coces aéreas y cabriolas.
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Tras llegar, un poco de fiesta en el Siam Park, el parque acuático más grande de toda Europa |
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El espectáculo de marras de los caballos andaluces. |
En
fin, Serafín, llegamos al puerto de la ciudad de marras al día siguiente y
salimos a la isla con forma de sartén (sin ofender) a las cinco de la tarde. El
barco fue más grande que el anterior, y, a pesar de que habían hecho “Copyright” del otro camarote, (eso sí:
para fastidiar, el baño era más pequeño que el del otro barco, aún más si cabe)
el viaje a Tenerife se hizo bastante corto. Este duró dos días y dos noches, y
el 74% del tiempo continué venciendo
como un descosido con la baraja. Jugaba a las cartas más que dormía.
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Espero que no me pillen tras doblar el Auditorio. |
Tras
dos días de travesía, el 7 de Julio llegamos a Santa Cruz de Tenerife, aunque
antes de llegar hicimos una pequeña escala en Las Palmas de Gran Canaria para
ver a mi abuela en tal isla. Arribamos a Santa Cruz de Tenerife a las 5:00 P.M,
y con tanto trasteo teníamos muchas ganas de llegar a la residencia, también
militar, en la cual descansaríamos durante el tiempo que tardaran en llegar los
muebles para hacer la casa habitable, ya que los anteriores dueños de tal se
habían llevado hasta los discos de la Pantoja.
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Un selfie milenario. Como el drago de ahí atrás. |
Hoy por hoy ya estamos mínimamente instalados
y preparados para empezar a vivir. Más adelante instalaremos el Router, para el
Wi-Fi, la cubertería, ya que de momento solo contamos con dos tenedores y una
cucharilla (literalmente), etc., etc., etc... Pero ya iremos improvisando. Mientras
tenga un plato de comida, un lecho y una red Wi-Fi cerca, sobrevivo donde sea.
Tenerife está bien, pero echo muy de menos a
mis antiguos compañeros del colegio, mi antigua casa y… Sí, vale, lo echo todo
muy de menos, pero mis padres dicen que solamente voy a volver a Mallorca de
vacaciones, y con 5 días no me da ni para un 2% de lo que quiero volver a ver.
Pero ya me acostumbraré. Como reza el dicho: “Poco a poco se come el coco” Así
que cada cosa a su tiempo.
Nos vemos en el próximo capítulo.
Antonio de Frutos Acosta.
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