martes, 9 de agosto de 2016

--- Un viaje épico ---

 Hoy os voy a hablar sobre un acontecimiento que ha cambiado mi vida para siempre. Para algunos ha sido para bien, pero a mí no me ha entusiasmado mucho. El caso es que, para bien o para mal, me he mudado de isla. De Palma de Mallorca a Santa Cruz de Tenerife. A pesar de que ambas están rodeadas de agua, nada es igual. Excepto que están rodeadas de agua.
 Uno de los eventos que considero que debería mencionar es el tema de la mudanza. ¿Por qué? Para empezar, los señores de la mudanza nos dijeron que habíamos alquilado un contenedor de transporte demasiado pequeño para llevarlo todo y tuvimos que montar de nuevo un pequeño sofá y una cama. Luego, lo embalaron todo en un día y nos tuvimos que apañar fuera de casa, ya que no teníamos nevera, hasta la noche, durante la cual nos trasladamos a una pequeña pero acogedora residencia militar durante el tiempo que esperamos a que saliera el barco a Tenerife.
  Salimos a Valencia el 3 de julio de 2016 en barco durante una noche.  En esta mini travesía a la península de menos de 24 horas dimos una “pequeña vueltecita” (por no decir que nos pateamos el barco de arriba a abajo…) para conocer el barco, que constaba desde café-bar hasta varias cubiertas de relajación, en una de las cuales me gasté excesivo tiempo en desvalijar a mis padres a la escoba, al cinquillo y demás juegos de cartas.
 Cuando llegamos a Valencia, ipso facto al llegar, cogimos el coche, que viajaba con nosotros, e hicimos jornada continua dentro de un coche con una temperatura para cocinar huevos fritos sin horno en la calle, ya que gracias al aire acondicionado sobrevivimos un poco por los pelos. La distancia era de 808 km, en las que mi padre hacía de piloto (o sea, conducía el coche hacia la costa), yo hacía de copiloto (o sea, ayudaba al piloto para mantenerse despierto, tomar las salidas adecuadas y advertir los coches que nos adelantaban.), y mi madre nos acompañaba, ya que no pensábamos abandonarla en Mallorca (o tal vez sí…). Hicimos varias paradas para descansar, aunque cabe decir que también nos dormimos los 3 en el coche (ya conduciría el piloto automático). Llegamos a Jerez de la Frontera a las 5 de la tarde. Ni a Cádiz llegamos aquel día. Aunque al día siguiente fuimos a ver un espectáculo titulado: “Cómo bailan los caballos andaluces”, que trataba de… ¡Sí, lo habéis adivinado! De caballos andaluces bailando a su manera, o sea, con saltos, coces aéreas y cabriolas.
Tras llegar, un poco de fiesta
en el Siam Park, el parque acuático más
grande de toda Europa
El espectáculo de marras de los
caballos andaluces.
 En fin, Serafín, llegamos al puerto de la ciudad de marras al día siguiente y salimos a la isla con forma de sartén (sin ofender) a las cinco de la tarde. El barco fue más grande que el anterior, y, a pesar de que habían  hecho “Copyright” del otro camarote, (eso sí: para fastidiar, el baño era más pequeño que el del otro barco, aún más si cabe) el viaje a Tenerife se hizo bastante corto. Este duró dos días y dos noches, y el 74% del tiempo continué  venciendo como un descosido con la baraja. Jugaba a las cartas más que dormía.
Espero que no me pillen tras
doblar el Auditorio.
 Tras dos días de travesía, el 7 de Julio llegamos a Santa Cruz de Tenerife, aunque antes de llegar hicimos una pequeña escala en Las Palmas de Gran Canaria para ver a mi abuela en tal isla. Arribamos a Santa Cruz de Tenerife a las 5:00 P.M, y con tanto trasteo teníamos muchas ganas de llegar a la residencia, también militar, en la cual descansaríamos durante el tiempo que tardaran en llegar los muebles para hacer la casa habitable, ya que los anteriores dueños de tal se habían llevado hasta los discos de la Pantoja.
Un selfie milenario.
Como el drago de ahí atrás.
Hoy por hoy ya estamos mínimamente instalados y preparados para empezar a vivir. Más adelante instalaremos el Router, para el Wi-Fi, la cubertería, ya que de momento solo contamos con dos tenedores y una cucharilla (literalmente), etc., etc., etc... Pero ya iremos improvisando. Mientras tenga un plato de comida, un lecho y una red Wi-Fi cerca, sobrevivo donde sea.
Tenerife está bien, pero echo muy de menos a mis antiguos compañeros del colegio, mi antigua casa y… Sí, vale, lo echo todo muy de menos, pero mis padres dicen que solamente voy a volver a Mallorca de vacaciones, y con 5 días no me da ni para un 2% de lo que quiero volver a ver. Pero ya me acostumbraré. Como reza el dicho: “Poco a poco se come el coco” Así que cada cosa a su tiempo.

Nos vemos en el próximo capítulo.


Antonio de Frutos Acosta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario